En este ciclo de definición espiritual, cada ser humano está viviendo sus pruebas individuales, sumadas a los desafíos colectivos de la crisis planetaria. Pero ya no basta buscar soluciones basadas solamente en el intelecto para lidiar con tantos acontecimientos exigentes.
Los Mensajeros Divinos dicen que los recursos internos que más necesitamos ahora están más allá de la mente. De acuerdo con Ellos, las principales respuestas irán a emerger de nuestro corazón, en la medida en que aprendamos a sentirlo y a escucharlo.
El corazón es nuestro mayor tesoro, pues es en donde habita el potencial de amar, curar, perdonar y comprender la vida. De hecho, en la región del pecho que corresponde al área del corazón, reside el Cristo interno de cada ser, aguardando por despertar.
Nuestra Señora, refiriéndose a las situaciones complejas e imprevisibles con las cuales tendremos que lidiar en estos tiempos, nos dió un aviso y un consejo:
Aquella alma que no vaya pronto hacia el corazón, estará perturbada todo el tiempo. Por eso, corran con prisa, y entren en la morada del corazón antes de que sea demasiado tarde.
A continuación, vamos a conocer la importancia espiritual de entrar en contacto con nuestro corazón y de desarrollar sus dones, conforme a las Enseñanzas de los Mensajeros Divinos.
Corazón: la puerta hacia el Cielo
San José Castísimo, en Su Mensaje del 2 de diciembre de 2015, afirmó que nuestra alma se comunica con nosotros a través del corazón. Él profundizó esta explicación en Su Mensaje del 29 de marzo de 2016, revelando que el corazón de los seres humanos es el primer receptáculo utilizado por Dios para depositar los patrones divinos que deben manifestarse en la Tierra.
Todo principio, ley o manifestación de la Consciencia Divina, antes de plasmarse externamente en la vida planetaria, primero encuentra su morada en el corazón de cada ser. El corazón es el puente a Dios, es la puerta hacia el Cielo, es el que manifiesta, en gran medida, la Voluntad Divina. Todo aquel que tiene una misión, primero la conoce en el corazón, la siente, la comprende y la acepta, para después vivirla.
Aquietar la mente para escuchar el corazón
Pero ¿cómo podemos escuchar los mensajes que el alma transmite a nuestro corazón y convertirlos en una puerta hacia el Cielo?
Antes que nada, necesitamos aprender a aquietar la mente. La Virgen María resaltó que nuestros pensamientos incesantes perjudican significativamente el contacto del alma con el corazón.
El alma es el refugio que sostiene y apoya todas las verdaderas estructuras espirituales y es el templo que más sufre las consecuencias de la mente concreta.
San José Castísimo, en Su Mensaje del 8 de junio de 2020, transmitió una orientación dada por el Padre Eterno sobre este asunto:
Tu mente es un espejo de todo lo que recibes y consumes del mundo. Aquello con lo que tienes contacto durante tu día es lo que estará en tus pensamientos ... . Para que alcances la paz, no hay una fórmula, sino una actitud que se debe transformar dentro de ti, una decisión de no buscar ya determinadas cosas que solo contaminan tu mente y toman espacio en tu corazón.
Oración: la llave para llegar al templo del corazón
En estos tiempos, la práctica de la oración es la manera más segura de serenar la mente y de purificar el corazón, de modo que él pueda espejar la Voluntad de Dios. Por medio de la oración podremos construir el silencio interior y la fortaleza espiritual que irán a sustentarnos y a darnos sabiduría para que sepamos cómo ayudar a los demás.
La fortaleza de los que mantendrán a los otros de pie en los tiempos que vendrán será la oración profunda, aquella que lleva el corazón a estar en la Presencia de Dios y a permanecer en ella. Será como estar en el mundo sin dejarse envolver por todo lo que sucede alrededor, viendo solo la verdad y la real finalidad de todas las cosas.
São José Castíssimo, 30.11.2015
Al orar con fe, ritmo y persistencia, atraeremos del Cielo el Fuego Divino que iluminará nuestro mundo interior y encenderá una inconfundible llama de amor y de paz en el centro de nuestro pecho. De esta forma, descubriremos el camino hacia la morada del corazón, que deberá ser restaurada y mantenida a través de la oración diaria, hasta convertirse en el templo del corazón, ese espacio sagrado que representa nuestro punto de conexión con Dios.
Es necesario mantener ordenada la casa interior, el templo del corazón de cada uno de ustedes, para que Mi Espíritu Reconciliador los pueda visitar y guiar, paso a paso.
El Retorno de Cristo ocurrirá primero en nuestros corazones
San José Castísimo, en Su Mensaje del 29 de marzo de 2016, destacó que, antes de retornar al mundo, Cristo Jesús hará que Su Presencia sea sentida en nuestros corazones. Así, Él despertará a los apóstoles que irán a acompañarlo en la tarea de repoblar la Tierra de códigos divinos.
Cristo vendrá primero a los corazones en Espíritu y Divinidad; después, se manifestará en Cuerpo y Alma cuando Su morada ya esté establecida en los corazones de aquellos que, habiendo reconocido Su Presencia en sus propios corazones, lo reconocerán cuando retorne y cumplirán junto a Él el final de esta obra redentora.
La Virgen María agregó, en Su Mensaje del 25 de febrero de 2018, que en la hora más difícil para la humanidad, los dones del Espíritu Santo colmarán el templo del corazón de todas las personas que se esforzaron para ser fieles a las Instrucciones de Cristo Jesús. Según Ella, este momento indicará que el Retorno de Su Hijo está próximo.
En el momento más agudo de la humanidad, cuando la Madre Tierra esté en su parto dando a luz al Nuevo Hombre, será el momento del Retorno de Cristo.
Por lo tanto, es importante que al menos una parte de la humanidad esté con el corazón preparado para recibir la potencia del Amor Invencible de Cristo. Como vimos, la oración diaria es uno de los caminos para eso.
Podemos constatar, con base en las Palabras de los Mensajeros Divinos, que descubrir el potencial de nuestro corazón nos proveerá las respuestas decisivas para que atravesemos los desafíos de la transición planetaria. Y más: nos convertirá en colaboradores del Plan de Dios en la Tierra. Por eso, con amor y humildad, hagamos lo posible para que Dios imprima Sus sagrados designios en nuestros corazones.
