Los Mensajeros Divinos nos han advertido que la crisis de los refugiados y de los migrantes, que hoy suman cerca de 24,5 millones de personas en el mundo*, es uno de los problemas más graves de estos tiempos.
Cristo Jesús, la Virgen María y San José Castísimo están empeñados en sensibilizar nuestros corazones alrededor de este problema. Lamentan que la mayoría de la humanidad aún sea indiferente al sufrimiento de las personas que, escapando de situaciones de peligro, colapso y conflicto en su tierra natal, se vean obligadas a vivir en el exilio.
Como han revelado los Sagrados Corazones, la débil respuesta de los gobiernos y de las autoridades a esta emergencia planetaria está provocando la acción de la Justicia Divina en la Tierra.
*Datos de ACNUR (Agencia de la ONU para los Refugiados).
Al lado de los refugiados
En Sus Apariciones a los monjes videntes de la Orden Gracia Misericordia, los Mensajeros Divinos ya se mostraron en los campos de refugiados y entre las multitudes que realizan desplazamientos forzados hacia otros países. Ellos siempre están ayudando a las almas, en los planos internos, a encontrar una salida en medio del desespero, el miedo y la incertidumbre.
Cristo Jesús nos suplicó:
Vean en sus hermanos refugiados al mismo Dios sufriendo Su naufragio, el naufragio que le generan Sus hijos por no cumplir con Su Plan.(...) No puede existir la indiferencia ni tampoco la omisión ante la gran necesidad del fin de estos tiempos. Si hoy se presenta esta situación en el mundo es porque es un espejo de cómo está la humanidad. No pueden aspirar a las esferas mayores o a los niveles de contacto si esta situación no es colocada en sus corazones, la realidad de los refugiados, de sus hermanos.
Sagrada Familia de Nazareth, la familia de refugiados más conocida
En estos tiempos, Nuestra Señora Se anuncia como la Madre de los Refugiados. En Sus Mensajes, Ella nos recuerda que la Sagrada Familia sufrió en su propia piel el drama del destierro.
Todos conocemos el pasaje del Evangelio que narra las pruebas por las cuales pasaron la Virgen María y San José hasta encontrar un lugar en Belén en donde pudiera venir al mundo el Niño Jesús. Poco después, aún necesitaron huir a Egipto, enfrentando las penurias de una larga travesía en el desierto para salvar la vida del Mesías recién nacido.
La Madre del Mundo dijo:
Hijos Míos, hasta ahora no saben qué significa no tener hogar o un lugar donde reposar. Como la Madre que trajo la salvación para el mundo, Yo sufrí pacientemente lo que se llama de exilio, no solo en Belén, cuando buscábamos un lugar en donde el Rey pudiera nacer, sino también cuando buscamos refugio en alguna parte de Egipto.
Por lo tanto, el Rey del Universo nació en una familia de refugiados. Necesitamos reflexionar profundamente sobre el significado de este acontecimiento. ¿Por qué el Padre Creador colocó a Su Hijo Primogénito en estas circunstancias?
En este conmovedor episodio de la vida de Cristo Jesús, encontramos otro llamado de Dios para que los seres humanos despierten a la fraternidad y a la caridad crística. El Padre Celestial muestra que debemos disolver todas las diferencias aparentes para acogernos como hermanos, haciendo que el proyecto divino de la Familia Universal finalmente triunfe en la Tierra.
Una oportunidad para las naciones del mundo
Los Mensajeros Divinos han indicado que las naciones que abren sus puertas a los refugiados crean méritos para redimirse en estos tiempos finales, a pesar de los errores del pasado. Esto también se aplica con las almas que buscan acoger y ayudar a los extranjeros que intentan comenzar sus vidas de nuevo.
En este sentido, el Evangelio de San Mateo, en la parábola sobre el juicio final, señala que le daremos cuentas a Dios por el modo como tratamos a los extranjeros:
“Porque tuve hambre, y me dísteis de comer; tuve sed, y me dísteis de beber; era extranjero, y me hospedásteis”. (Mt 25:35)
Día de los Refugiados
Cristo Jesús, en Su Aparición del 3 de abril de 2021, realizó una importante tarea planetaria con el propósito de que las autoridades mundiales recibieran la Ciencia del Espíritu Santo para comenzar a ayudar verdaderamente a los refugiados. Él instituyó esta fecha como el “Día de los inocentes y de todos los refugiados del mundo”.
El Maestro anunció:
Yo vengo a reerguir a todas las esencias sufridas, en los cuatro puntos de la Tierra, que viven en los campos de refugiados y que hoy son inmigrantes que han perdido su identidad, su dignidad y, sobre todo, la fe en la esperanza. Esta es la razón de también haber muerto en la Cruz, de haber dado la vida por todos, para que la fraternidad humana nunca se disolviera en el mundo (...).
En esta ocasión, Nuestro Señor dijo que los gobiernos que someten a los pueblos a un sistema de adversidad, caos y crueldad causan dolorosas llagas en Su Corazón, pero que los esfuerzos de todos los que trabajan por la paz y por el bien ayudan a aliviar Su sufrimiento.
Oración por los refugiados
Los Sagrados Corazones nos invitan incansablemente a rezar por los refugiados, pues la oración es capaz de mantener en equilibrio situaciones que de otra forma serían insostenibles.
Sin embargo, teniendo consciencia de que la respuesta del Universo Celestial es proporcional a nuestras súplicas, necesitamos redoblar nuestra fe y nuestro fervor para que la Misericordia Divina actúe en la medida necesaria ante un mar de sufrimiento.
Nuestro Señor nos pidió:
Construyan Conmigo, en los planos internos, la renovación de las formas, para que aquellas fuerzas retrógradas que oprimen a la consciencia del planeta y someten a la humanidad sean expulsadas y liberadas de la faz de la Tierra, y todo se pueda renovar.
Así, como compañeros de Cristo, debemos utilizar las herramientas espirituales que Él nos otorgó para ayudarlo a transformar todas las cosas, dentro y fuera de nosotros, colocando la causa de los refugiados como prioridad en nuestros corazones y consciencias.